DOS CUENTOS PARA UN DÍA COMÚN
Pedro Mardones
30 de noviembre 2023
05:59
Me subo al metro. Hay poco espacio. Un niño mira a un joven jugar en su teléfono. Un señor se come una chirimoya, mientras que otro mira perdidamente por la ventana. Unas cabras se ríen. Pasa un vendedor de pulseras. Una madre entra corriendo con su hija de la mano antes de que cierren las puertas. Unos estudiantes se miran, se sonríen y se besan. Una viejita con mascarilla llega con un micrófono. No es artista, dice, y no trae instrumento ni pista. No encontró otra forma de salir adelante, así que canta La Jardinera. Su pelo blanco se pierde entre el mar de cabezas. Su voz se pierde en el chillido del metro.
DÉJALA
Una hora fue todo lo que necesité para odiarla. Es pesada y lenta. ¡Y él no la deja por nada! Dice que la necesita. Se atrasa siempre, y él siempre la anda esperando en la calle. A veces a oscuras, otras con lluvia o con un calor insoportable. Hasta media hora la llega a esperar a veces. Cuando llega no pide perdón, y va como si nada. Cuando es él el que se atrasa, no lo espera ni un solo minuto, o se enoja porque la retrasó. Siempre lo deja a medio camino, y cuando él se despide, poca es la respuesta que le da. Yo le dije que lo dejara atrás; que no siguiera aferrándose porque es realmente insano. Que buscara algo mejor porque se merece algo mejor. Me dijo “¡es que no puedo!”, así que sigue con la misma. Cómo detesto a esa micro.